viernes, 13 de mayo de 2016

Las redes sociales, detonantes en casos de justicia

Ciudad de México.- Dura, durísima la columna de Elisa Alanís, “Razones y pasiones” que publica este viernes EL UNIVERSAL, y que titula: “Veracruz, rinconcito de narcos, ´Porkys´ y pederastas”, en la que reseña: “Veracruz no sólo padece a los sanguinarios narcotraficantes y al cuestionado gobernador Javier Duarte.
La descomposición social ha generado toda clase de delincuentes. El caso de los llamados Porkys, acusados de violar a Daphne en enero de 2015, es botón de muestra. Este miércoles por la noche fue detenido uno de ellos: Enrique Capitaine. Hoy Enrique Captaine amaneció en “El Penalito” del puerto de Veracruz, en parte gracias a que en las redes se detonó un movimiento que se niega a que la violación quede impune.
Ustedes recordarán el video donde aparecen los jóvenes señalados. Primero, el acuerdo entre los atacantes y Javier Fernández, padre de Daphne, fue pedir una disculpa y no dañar más a la víctima. Pero las madres y familiares de los agresores no cumplieron. Comenzaron, como tristemente suele suceder, a esparcir dichos en contra de su reputación.
Pero no todas las desgracias se difunden y causan indignación. En el pasado no contábamos con la fuerza de la red. En 1995 una mujer rentaba, junto con su pareja o esposo, una casa que operaba como guardería en la calle Belisario Domínguez 75, en el centro de Xalapa, Veracruz. Admitían a chiquitos desde dos meses, hasta tres años. También recibían a bebés con discapacidad. Un matrimonio descubrió que su hijo de un año y dos meses de edad había recibido golpes y había sido abusado sexualmente en ese lugar. Cuando su abuelita lo recogió, lo encontró lloroso. Al cambiarle el pañal observó que llevaba uno distinto al de la marca que siempre usaba. En ese momento vio que en el pañal y en el pene había sangre. El pediatra que lo atendió confirmó por escrito el hecho. A pesar del descontrol, la tristeza, el enojo decidieron denunciar.
Los servidores públicos no tenían el más mínimo tacto ni la preparación para atender este tipo de asuntos. Finalmente, la agresión fue calificada como “abusos deshonestos”. Y en aquel tiempo en Veracruz eso era considerado delito menor. Los papás del niñito bloquearon el doloroso episodio. Pero a 21 años de distancia, el caso del presunto pederasta del kínder Matatena Montessori, revivió las heridas. Incluso les resulta familiar. Mientras escribo esta columna, están solicitando a las autoridades veracruzanas el expediente. Quieren conseguir copia de la averiguación. Recordar el nombre del agresor y su esposa, de los miserables dueños de aquella estancia infantil”. 

Gobernantes

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