viernes, 29 de abril de 2016

Papel Social

Destino manifiesto: el colapso vial o el cambio hacia una movilidad sustentable  

Por: Javier Herrera Borunda

Años atrás quedó la famosa frase del connotado escritor mexicano Carlos Fuentes que acuñó para la posteridad como título de su novela “La región más transparente”, publicada en 1958, refiriéndose a la Ciudad de México. Más atrás aún quedó la frase: “Viajero: has llegado a la región más transparente del aire”, expresada en 1804 por Alejando von Humboldt al describir la calidad del aire del Valle de México.
En 1960 habitaban en nuestra ciudad capital 4’871,000 personas y circulaban en ella 248,414 vehículos de motor; en 2016 de acuerdo a cifras del INEGI, residen en la Ciudad de México (CDMX) 8’851,080 habitantes, ocupando el segundo lugar a nivel mundial, y nuestro parque vehicular pasó de 3.8 millones en 2004 a 5.3 millones en 2014, lo que ocasiona que la velocidad promedio sea de 17 kms/h, y en seis corredores de las 15 rutas más demandadas en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) no se logre superar la velocidad de 10 kms/h.
De acuerdo al Programa de Calidad del Aire los vehículos automotores que circulan en la ZMVM representan la principal fuente de contaminación atmosférica, debido a la gran cantidad de automotores, a la expansión de la mancha urbana lo cual impacta en el incremento del kilometraje recorrido por viaje, y a la saturación de la red vial que obliga a incrementar el tiempo de operación de los motores. Satisfacer la demanda de energía para movilizar estas unidades se requiere 18 millones de litros de gasolina, 4.5 millones de litros de diésel, y 700 mil litros de gas licuado diariamente.
Con relación al inventario de emisiones de la ZMVM, del total de vehículos 94% utilizan gasolina, el 5% consumen diésel y el 1% gas LP. Del parque vehicular que utiliza gasolina, el 52% de los vehículos son anteriores a 1990 por lo que carecen de tecnología ambiental y son altamente emisores por lo que aportan cerca del 68% de las emisiones totales. El 48% restante de los vehículos, que son los de 1991 en adelante, cuentan con tecnología ambiental y participan con el 32% de las emisiones.
La Coparmex recientemente dio a conocer que en un tramo que debiéramos recorrer en sesenta minutos se invierten noventa, y en el caso de presentarse alguna congestión vehicular provocada por situaciones no previstas el tiempo se duplica. Sin duda esta situación tiene un impacto directo en la productividad de la CDMX. La empresa Consultores Internacionales, S.C. considera que este impacto asciende a 55.4 mil millones de pesos al año, y de acuerdo a CTS-México, el costo del tránsito en la nuestra ciudad es de 33 mil millones de pesos.
Con respecto al tema de la salud pública debemos tomar conciencia que en la CDMX se  registraron en 2015 más de 14 mil casos de enfermedades respiratorias relacionadas con los altos niveles de contaminación, situación que afecta de manera especial a nuestros niños y niñas, adultos mayores y personas que sufren de enfermedades crónico degenerativas.
Por otro lado, quienes dedican tres horas o más para trasladarse a sus centros de trabajo son más propensos a la obesidad y por consecuencia a las enfermedades que se derivan de ello. En este caso se encuentran cien de cada mil trabajadores. Por cada 30 minutos destinados a viajar en auto aumenta 3% el riesgo a desarrollar este problema de salud. En promedio, trasladarse al trabajo requiere en promedio de 1 hora 20 minutos en auto y 2 horas 8 minutos en transporte público.
Esta grave situación no es privativa de la CDMX, se presenta también de manera creciente en ciudades como Guadalajara, Toluca y Monterrey, pues cerca del 80% de los mexicanos viven en ciudades y casi seis de cada diez en estas metrópolis.
La falta de una política integral de movilidad y transporte de calidad en nuestras ciudades ha obligado a sus habitantes a hacer un uso indiscriminado del automóvil particular lo que ha provocado ya saturación en las vialidades e incremento en los tiempos de traslado, lo que afecta directamente la calidad de vida de los habitantes y visitantes de la ciudad, su salud y productividad.
Las cifras anteriores hablan por sí mismas y reflejan la grave problemática que enfrenta la movilidad en nuestras grandes ciudades, así como los desafíos que implica reducir la contaminación ambiental generada por los vehículos.
En el caso de la Ciudad de México la movilidad enfrenta una situación de alta vulnerabilidad que no podemos permitir se replique en otras grandes ciudades. Para ello se hace necesario impulsar cambios estructurales y de fondo en los modelos de transporte y movilidad implementando estrategias integrales y sustentables. Recordemos que está en juego nuestra propia sobrevivencia.

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