martes, 21 de mayo de 2013

Estrangulada la industria piñera en Veracruz

*Indiscriminada importación de piña de Tailandia colapsa a productores y enlatadores
*80 por ciento de producción nacional se levanta en cuatro municipios de la tierra jarocha
*Menosprecio tanto de la SEDARPA como de la SAGARPA, incluso, en sexenio próspero
*65 mil empleos directos e indirectos en fábrica como en el campo… y a la deriva.

Luis Velázquez

Veracruz, Ver.- Luego de la industria azucarera en Veracruz (22 ingenios de los 52 en el país), casi al nivel de la cafeticultura, por encima, incluso, de la producción citrícola, y hasta de las remesas, la industria piñera se levanta como el sostén de la economía jarocha regional.
Incluso, de las entidades federativas, Veracruz concentra la mayor producción de piña con 18 mil hectáreas sembradas; 3,500 en Oaxaca y Puebla, 1,500 en Tabasco, 1,200 en Campeche, Quintana Roo, Nayarit, Jalisco.
Así, sólo en Veracruz significa 35 mil empleos directos y más de 25 mil indirectos, eventuales, en el campo; más 2,800 en la industria directos, más otros 2,500 indirectos eventuales en la fábrica.
Con focos de operación en Azueta, Rodríguez Clara (Los Tigres), Isla y Medellín (Los Robles) y, por añadidura, en los límites con Loma Bonita, Oaxaca, el menosprecio de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario de Veracruz (SEDARPA) se multiplica.
Y también de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAGARPA).
Por ejemplo, en el sexenio de Miguel Alemán Velasco, el titular de la SEDARPA  fue el dentista Ramón Ferrari Pardiño, quien se mantuvo en el sexenio contando chistes y chismes al gobernador en cada audiencia para revisar la política agropecuaria.
Con el gobernador Fidel Herrera Beltrán (quien se reunió con los agricultores) nunca, jamás, caminó en la región piñera el titular de la SEDARPA, Juan García, a quien el mismo góber fogoso impuso el apodo de “El Jonhny Walker”, porque en gran parte sexenio la pasó con una botella de whisky en la mano para soportar los viajes en avión.
Luego, al final del fidelato, con sus ahorros como secretario le compraría el rancho Santa Gertrudis, de 600 hectáreas en Tierra Blanca, al expriista Miguel Ángel Yunes Linares y, de paso, se soñaría candidato a diputado federal y, según la fama pública, compraría con pago anticipado, y a buen precio, 40 mil despensas para repartirse en su jornada electoral… que nunca llegó.
En los dos años de secretario de Desarrollo Agropecuario, los piñeros jamás conocieron a Tomás Carrillo Sánchez, “El Capulina” de la Cuenca del Papaloapan, quien sólo tuvo espacio y tiempo para sus cañaverales de 20 hectáreas y nunca miró a la industria piñera.
POPULISMO DEL GOBIERNO
En tanto, la Secretaría de Agricultura y Ganadería también ha dado palos de ciego en cada sexenio.
Por ejemplo, con el presidente Vicente Fox Quesada, un líder piñero, Victorio Ramírez Malpica, llegó al zócalo de la ciudad de México con otros productores y arrojaron piña podrida frente a palacio federal.
El resultado fue alentador… para ellos: las versiones indican que el gobierno federal, vía Javier Usabiaga, entregó 300 millones de pesos a la organización de Victorio Ramírez para la siembra e industrialización de piña que, de pronto, desaparecieron sin ningún beneficio, argumentando un bache operativo y financiero.
“Se los fregó” recuerda un productor.
Con Felipe Calderón Hinojosa la historia se reprodujo al grito de que “pediré el dinero necesario para activar los sistemas y productos del Consejo de Piña”.
Y luego del pataleo y berrinche, le dieron 150 millones de pesos de anticipo y de nuevo “se los chingó”.
Es más, la hemeroteca periodística habla de que hacia el año 2010 fue abierta la investigación ministerial número 526 en la agencia del Ministerio Público de Loma Bonita, Oaxaca, por el delito de robo calificado en contra de Victorio Ramírez, y de su aliado, Juan Cruz Elvira, acusados de adquirir maquinaria robada a la agroindustria de la región.
No obstante, luego de que la empresaria de Isla, Bella Gasperín, perdiera el juicio, la empacadora Agroindustrias volvió a las manos del líder piñero, con la promesa de que pagarían las acciones a los socios para obtener la propiedad, que para entonces despertaba el interés de empresarios de varios estados, entre ellos, de Nuevo León.
El caso es que mientras Veracruz produce en apenas cuatro municipios entre el 80 y el 85 por ciento de la producción nacional de piña, el cultivo está retraído en la zona; primero, por la irracional importación de piña de Tailandia, cuya producción sale más barata y es de menor calidad; segundo, porque los pueblos piñeros están dominados, como tantos otros de la tierra jarocha, por la inseguridad.
Un enlatador dice: “Tengo lista una inversión para levantar una fábrica, pero vivo amenazado por los malandros que en muchas ocasiones son gente de la zona, operados por un cabrón fuereño”, lejos de que, como se cree, sea algún cartel.
Y es que desde Azueta hasta Isla y Rodríguez Clara, en los últimos meses han asesinado desde un alcalde electo hasta un expresidente municipal que lo fuera en tres ocasiones, además de que caminar en la noche en las carreteras que llevan a la región pone la vida en peligro.
CINCO JINETES DEL APOCALIPSIS PIÑERO
Sin embargo, y ante la inconsciencia de la SEDARPA y la SAGARPA, el jueves 16 de mayo, el senador José Yunes Zorrilla se reunió en Boca del Río con el Consejo Veracruzano de Piña para apenas, apenitas tocar la superficie del pendiente social y “destrabar”, dice el boletín de prensa, el programa “Trópico Húmedo” que permita aumentar la siembra de piña de 300 hectáreas a cerca de 3,600.
Se trató, sin embargo, de la punta del iceberg:
Uno: el mismo gobierno federal ha desmadrado a la industria piñera al permitir la entrada de piña de Tailandia en forma indiscriminada.
Dos: la importación de la piña de Tailandia se ha disparado porque los funcionarios de las secretarías de Economía y Agricultura lo permiten, sin dar protección a los industriales mexicanos.
Tres: para las enlatadoras el mercado está desplomado por las bajas ventas y la sobreoferta del producto tailandés.
Cuatro: el silencio y la insensibilidad de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario “que deja hacer y deja pasar” cuando la industria piñera significa 65,300 empleos directos e indirectos tanto en campo como en fábrica.
Y cinco: la misma SEDARPA permite en Veracruz una feroz y desleal competencia de poderosos industriales a quienes financia por arriba y debajo de las sucias cañerías.

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